Problemas y desafíos del sistema educativo en el Paraguay
Un país que no ofrece una educación de calidad a sus estudiantes difícilmente podrá tener un futuro de calidad.
En un artículo publicado en el periódico “Última hora” el 6 de enero de 2024, Jesús Montero Tirado, sacerdote español y pedagogo, quien vive en el Paraguay desde mediados de los años 70 y tiene un profundo conocimiento del sistema educativo paraguayo, subraya que la educación, tanto familiar como institucional, compromete siempre el futuro.
“Sin educación de calidad –escribió el padre Montero– crece la dependencia, la pobreza, el desempleo, el hambre, el sufrimiento, la violencia, la delincuencia, la inseguridad de todos, desaparece la paz y poco a poco se destruye la nación. Si alguien duda de estos efectos trágicos, que produce la mala educación, que observe el deterioro social y del Estado de derecho que padece progresivamente nuestro país”.
Sin negar la pluralidad y la diversidad de las causas que generaron la situación de injusticia y la magnitud de las desigualdades existentes en el Paraguay, el pésimo estado en que se encuentra la educación nacional es sin duda el efecto, pero también la causa, de la brecha social.
La crisis de la escuela pública
El sistema escolar en el Paraguay, en realidad, atraviesa una prolongada crisis que se manifiesta en diversos aspectos y ubica al país entre los peores del mundo, a nivel educativo.
Un reciente estudio, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y por el Banco Mundial, destaca una preocupante crisis de aprendizaje que golpea a la región y sitúa al Paraguay, junto con la República Dominicana y El Salvador, en los últimos lugares en términos de rendimiento académico.
En el trascurso de los años, sin duda, hubo algunos progresos en el sistema educativo del país: fue completada la institución de cursos de asistencia para cada nivel de escuela, desde el preescolar hasta la educación superior universitaria y, desde el 2010, se extendió la obligatoriedad y la gratuidad de la educación básica, que dura 9 años para todos los alumnos de 5 a 14 años. Sin embargo, muchos son los problemas estructurales y políticos que no permiten ofrecer una educación adecuada a todos los niveles.
La población escolar del Paraguay, en estos últimos años, está alrededor de un millón y medio de alumnos, una gran parte de los cuales abandona la frecuencia al final de la escuela obligatoria o incluso mucho antes.
Así, casi medio millón de niños y adolescentes de entre 5 y 17 años quedan excluidos del sistema educativo, y esto pone de relieve la diferencia de “oportunidades” entre la zona urbana y la rural, en perjuicio de esta última.
También la brecha cualitativa y cuantitativa entre la escuela privada y la pública refleja la crisis de esta última y el desnivel social: solo las familias con un elevado nivel económico pueden dar una educación de mayor calidad a los propios hijos, inscribiéndolos en instituciones privadas caras, en lugar de en escuelas públicas.
Carencias y desafíos en el sistema educativo
Puesto que es mínima la política del Paraguay en el área educativa, la precariedad económica de muchas familias pone en riesgo la escolarización de sus hijos, sobre todo después de los años de la escuela primaria. En los sectores más desfavorecidos de la sociedad, proveer del material escolar, de la alimentación adecuada de los hijos, del uniforme obligatorio y del gasto del transporte para llegar a la escuela se convierte en un serio problema para la permanencia del alumno en el sistema educativo.
Hay, por lo tanto, un gran desafío que enfrentar: proyectar cambios urgentes, sustanciales y cualitativos, tanto desde el punto de vista de las inversiones económicas y financieras por parte del Estado, como a nivel de estrategias educativas que permitan una educación inclusiva e integral para todos, a través de políticas capaces de generar factores de mejora económica, de oportunidad y de calidad de vida.
El índice de inversión anual por estudiante por parte del Ministerio de Educación es uno de los más bajos de América Latina y del mundo. En el 2024 fueron destinados aproximadamente USD 900 por alumno (y por encima, en gran parte gastados en salarios de docentes y directivos), cuando sería necesario invertir más de USD 3.000 por alumno al año, para cumplir con las metas establecidas de una educación de suficiente calidad[1].
Son bien conocidos también los problemas de las infraestructuras que se denuncian al principio de cada año lectivo y que aún persisten. A la apertura de cada año lectivo se cuentan las numerosas aulas en mal estado; en muchos lugares se ha vuelto normal aceptar que los alumnos asistan a clase bajo los árboles o en aulas inseguras, en establecimientos sin cuartos de baño, electricidad y agua potable; de unas 8.600 escuelas públicas, solo 2.055 disponen de una conexión a Internet.
La cualificación y la formación de los docentes son un ulterior reto del sistema educativo. Las carencias, también en este nivel, inciden en la calidad de la enseñanza. El programa de formación de los docentes prevé pocas medidas dirigidas a su especialización o a la adquisición de competencias pedagógicas y didácticas más avanzadas.
A menudo, por el contrario, se exige a los docentes un esfuerzo sobrehumano en aulas abarrotadas, sin oportunidad de actualizarse, de estudiar, de prepararse, con recortes de horarios para diversas competiciones y entrenamientos deportivos, en los cuales los muchachos están comprometidos también durante las horas de clase. A esto se le añaden a menudo, sobre las espaldas de los docentes, las responsabilidades y los problemas que derivan de la complejidad social y de la crisis y ruptura del pacto educativo entre escuela y familia.
Invertir en una educación de calidad
Todas estas carencias influyen en la calidad de la educación y del aprendizaje.
Son alarmantes los datos reportados en un estudio de UNICEF y del Ministerio de Educación, donde se evidencia la preocupante dificultad en la comprensión de textos escritos y en el razonamiento lógico-matemático de un número cada vez mayor de alumnos. 8 de cada 10 alumnos en el Paraguay no comprenden lo que leen, mientras que un alumno de sexto grado (11 años) tiene el nivel de comprensión matemática de un niño del segundo grado, lo que denota un retraso de 4 años en el desarrollo de las capacidades lógicas.
Es notorio cómo la lectura es una necesidad básica, con un enorme impacto en el desarrollo intelectual de las personas, pero es igualmente notorio cómo es un hábito que está desapareciendo incluso entre los niños y adolescentes en el Paraguay, debido al uso inadecuado y desconsiderado de computadoras y celulares desde los primeros años de edad.
Entre los muchos desafíos que debe enfrentar el sistema educativo, por lo tanto, hay una sustancial y urgente: desarrollar en los alumnos la capacidad de pensar en formas diferentes, desde el pensamiento lógico, crítico, creativo hasta el pensamiento más complejo, sistémico y científico, acompañándolos a saber leer, comprender el texto y reflexionar.
Frente a cambios revolucionarios como los que traerá la inteligencia artificial, que influirá, aún más que Internet y celulares, en la vida personal, la vida familiar, el trabajo, las sociedades civiles y los Estados, ofreciendo enormes oportunidades, pero también riesgos, es urgente fortalecer la educación y ofrecer a las jóvenes generaciones las competencias que ayuden a no dejarse manipular y depender por una pantalla o por un robot, y las pongan en condiciones de utilizar los extraordinarios aportes y los retos de las nuevas tecnologías, para ser protagonistas en un mundo en rápida y continua transformación.
Esto es posible solo con el desarrollo de las capacidades humanas de reflexión, guiado por una educación cualitativamente válida que lleve a la conquista de un pensamiento crítico.
En este sentido, como está bien definido en la Constitución del Paraguay, es necesario volver al fin último de la educación: invertir energías y fondos en el desarrollo pleno de la personalidad humana en cada alumno. Si no está orientada a lograr un pleno crecimiento humano, la educación no tiene sentido y no favorece ningún otro desarrollo.
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[1] Los datos son extraídos de: Observatorio educativo ciudadano, https://observatorio.org.py/presupuesto-publico/1; “La inversión en educación ha crecido de manera sostenida, pero aún es insuficiente”, en “La Nación”, www.lanacion.com.py/gran-diario-domingo/2024/11/23/la-inversion-en-educacion-ha-crecido-de-manera-sostenida-pero-aun-es-insuficiente/
(Traducido del italiano por Luigi Moretti)
11/03/2025