La fiesta patronal de la capilla Perpetuo Socorro de Ypacaraí
Querido amigo:
Hace unos días, escribiste que uno de los problemas con el que te enfrentas, en este tiempo de pandemia del COVID-19, consiste en que, en tu parroquia, ha bajado el número de los fieles que acuden a la Misa que se celebra en el templo parroquial.
Este es un problema que no concierne solo a tu parroquia, sino que es un fenómeno que se vive en todos los países. Incluso aquí en Paraguay la situación no es diferente, y es la trágica consecuencia de una época que está cambiando, también por la pandemia, pero, sobre todo, por muchos otros elementos que influyen en la vida de las personas.
Aquí en Ypacaraí, Emilio ha repetido a los fieles muchas veces, desde hace muchos años, que no debemos estar bajo la “dictadura de los números”, porque el insistir demasiado en la dictadura de los números nos conduce a la dictadura del relativismo.
De hecho, es fácil desanimarse cuando, después de tanto trabajo, pocas personas van a Misa o quieren recibir los sacramentos.
En el 2008, durante la fiesta patronal de la capilla Perpetuo Socorro de Ypacaraí, Emilio habló de este tema, y hoy, pensando en ti, quiero volver a presentar la reflexión que surgió de su homilía, para que pueda ayudar a comprender que lo importante es vivir una fidelidad más auténtica al Evangelio, sin tener en cuenta los números.
M.G.F.
En muchas situaciones que hoy se viven, se percibe la no autenticidad o la falta de calidad, y, por miedo de perder la audience, se llega a ser esclavos, por decirlo así, de la “dictadura de los números”.
Con ocasión de la fiesta patronal de la capilla Perpetuo Socorro de Ypacaraí, Emilio, durante la homilía de la celebración eucarística, subrayó cómo es importante no tener miedo a los números: lo que hace la diferencia no es ser dos o dos mil o dos millones. Lo que hace la diferencia es si quienes participan en la vida de la Iglesia, en las celebraciones litúrgicas o en la catequesis, son verdaderamente personas que creen y quieren comprometerse en un camino de fe.
No tenemos que olvidar, en efecto, que Jesucristo nos ha dicho: “Donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt 18, 20).
No hay que someterse al chantaje de los que participarían, si el discurso o el empeño fuesen menos exigentes. Casi seguramente la capilla se llenaría, si se ofreciese un concierto musical realizado por famosos cantantes, en lugar de predicar el Evangelio o rezar el Rosario, pero faltaría la fidelidad a la palabra del Señor.
Es mejor ser pocos que creen, profundamente, en la enseñanza del Evangelio, en lugar de ser muchos que no comprenden el valor del silencio, del orden y del respeto a la sagrada liturgia, y, por eso, no escuchan y tampoco entienden la palabra del Señor y no viven los signos que permiten esta escucha.
En efecto, era impresionante el cuidado con que se había adornado la capilla para la fiesta patronal de la Virgen del Perpetuo Socorro, y más impresionante aún era el silencio y la devoción, que han reinado durante toda la celebración de la santa Misa.
En la capilla, ubicada en un barrio periférico de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Ypacaraí, se había reunido un pequeño grupo de fieles, jóvenes y adultos, que durante varios días habían trabajado para hacerla más bella y acogedora, bajo la guía de su Coordinadora, doña Myrian Escobar de Fernández.
Emilio ha repetido, varias veces, que no esperaba una acogida tan bella, con el orden, la limpieza y la gran devoción que ha hallado en la capilla, y ha notado la diferencia con respecto a la primera vez que la visitó.
Este cambio –ha afirmado– es el fruto de un duro trabajo que las personas han hecho, para comenzar a vivir lo que se ha predicado por tantos años.
Por eso, no hay que tener miedo, si cambiar para vivir una fidelidad más auténtica al Evangelio quiere decir permanecer pocos. Si este año un solo niño recibirá la Primera Comunión y el año próximo un solo muchacho recibirá la Confirmación, no constituye un problema. Lo importante es la fidelidad y la devoción al amor auténtico, que hace bellas todas las cosas y permite verlas con los ojos del corazón.
Será el Señor el que agregará a una comunidad que es fiel a Su Palabra, a los que Él mismo llama (cf. He 2, 42-47).
26/05/2021