A los feligreses de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Ypacaraí (Paraguay)
Mis queridos amigos:
Varias veces he repetido, y sigo repitiendo, que las relaciones político-sociales son un reflejo y el resultado de nuestras relaciones personales y familiares.
En estos días, vivimos no solo el drama del avance del número de contagiados y fallecidos por causa del COVID-19, sino también el colapso del sistema sanitario público.
No me pertenece entrar en un análisis de las diferentes responsabilidades y tampoco amo aquellos discursos demagógicos hechos solo para aparecer como defensores del pueblo, que, en realidad, no sirven para nada, porque hablan a todos para no hablar a nadie.
Para mí, y repito siempre las mismas cosas, si no cambiamos yo y el entorno que está alrededor de mí, yendo cada vez más allá en este movimiento de cambios, cualquier discurso que hagamos sigue siendo solo un discurso lleno de sonidos vacíos de contenido, que deja la realidad así como la hemos encontrado y, muchas veces, también peor. Cambian los nombres y, a veces, el color de las remeras, pero, en la substancia, estamos siempre en el mismo punto de partida.
Sin un corazón purificado y una inteligencia iluminada, nada va a cambiar.
Ahora volvemos al drama que está viviendo el pueblo por la crisis del sistema sanitario público. Es un escándalo que grita venganza ante la presencia de Dios, el hecho de que se muera por falta de medicamentos y de estructuras sanitarias, a pesar del gran esfuerzo y de la gran generosidad y profesionalidad del personal de blanco.
La salud es un bien primario, y no podemos acordarnos de ella solo cuando la necesitamos por una grave urgencia. Y tampoco se puede programar una política de la salud pública sobre la base de regalos y regalitos que llegan del exterior.
Aquí encontramos el punto de conjunción entre el cambio personal-familiar y el cambio político-social. Existe una conexión entre lo personal y lo político: lo personal es político y lo político es personal.
Ahora, permítanme contar una celebérrima fábula de Esopo, una fábula de profunda sabiduría, que podría leerse como comentario de lo que escribe san Pablo a los cristianos de Tesalónica: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2 Tes 3, 10).
Esta es la fábula de Esopo:
Durante todo un verano, una cigarra se dedicó a cantar y a jugar sin preocuparse por nada. Un día, vio pasar a una hormiga con un enorme grano de trigo para almacenarlo en su hormiguero.
La cigarra, no contenta con cantar y jugar, decidió burlarse de la hormiga y le dijo:
–¡Qué aburrida eres!, deja de trabajar y dedícate a disfrutar.
La hormiga, que siempre veía a la cigarra descansando, respondió:
–Estoy guardando provisiones para cuando llegue el invierno, te aconsejo que hagas lo mismo.
–Pues yo no voy a preocuparme por nada –dijo la cigarra–, por ahora tengo todo lo que necesito.
Y continuó cantando y jugando.
El invierno no tardó en llegar y la cigarra no encontraba comida por ningún lado. Desesperada, fue a tocar la puerta de la hormiga y le pidió algo de comer:
–¿Qué hiciste tú en el verano mientras yo trabajaba? –preguntó la hormiga.
–Andaba cantando y jugando –contestó la cigarra.
–Pues si cantabas y jugabas en verano –repuso la hormiga–, sigue cantando y jugando en el invierno.
Dicho esto, cerró la puerta.
La cigarra aprendió a no burlarse de los demás y a trabajar con disciplina.
Esta fábula tiene una valencia tanto en el sentido personal-familiar como en el sentido político.
Todos sabemos muy bien lo que se gasta por un cumple, una fiesta, una farra cualquiera, cuántos dones debemos comprar, porque cada día del año está dedicado a una persona o a un acontecimiento.
Para hacer solo un ejemplo, tomamos algunos días del año dedicados a celebraciones particulares, como, por ejemplo:
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Día Mundial del soltero
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Día Nacional del tereré
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Día de vestir a tu mascota
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Día Internacional de la cerveza
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Día Nacional de la chipa
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Día Internacional del perro callejero
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Día del parrillero paraguayo
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Día de la apreciación del gato negro
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Día Internacional del helado
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Día del ayuno voluntario
Quien estudia ciencias de la política conoce muy bien el antiguo lema panem et circenses.
Panem et circenses, que traducido quiere decir: “Pan y juegos del circo”, es una locución latina peyorativa de uso actual, que describe la práctica de un Gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, ofrece a las masas alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistencialistas.
La frase, acuñada en el siglo I por el poeta romano Juvenal, describía la costumbre de los emperadores romanos de regalar trigo y entradas para los juegos circenses, como forma para mantener al pueblo distraído de la política.
Equivaldría, en la actualidad, a “pan y fútbol”, “pan y diversión”, etcétera.
Sería interesante hacer una reflexión profunda y desinteresada, libre de cálculos de búsqueda del poder, sobre cuántas horas de escuela seria, de educación y cultura, pierden los jóvenes a causa de ensayos de desfiles y campeonatos de fútbol. ¡Y cuánto dinero tienen que gastar las familias por estos juegos y desfiles!
Si lo personal-familiar no cambia, tampoco lo político va a cambiar.
Si en lo personal no somos capaces de saber pensar en el futuro, como hizo la hormiga de Esopo, tampoco lo sabremos hacer en lo político.
No cabe duda de que esta pandemia ha destapado la olla de una política faltante de visión a largo plazo: una política donde hay la preocupación de la búsqueda del poder por el poder, y no del poder para actuar un programa, un proyecto, para el bien común de todos los ciudadanos, privilegiando a las generaciones futuras.
Si yo no quiero cambiar, no tengo el derecho de pretender que cambie la sociedad. Y si espero que llegue el Héroe máximo, el Yo supremo, para llegar a “la tierra sin mal”, entonces ya he renunciado a mi libertad y dignidad de hombre.
Que Quien creó al hombre a su imaginen y semejanza nos conceda el don de la sabiduría, para comprender que nunca puedo separar mi salvación personal de aquella de todo el género humano, porque el Padre mío es el mismo que invoco llamándolo Padre nuestro.
Con ocasión de la fiesta de santa María Virgen de la Victoria, envío mis cordiales saludos a todos los fieles de esta capilla y, en particular, a la Coordinadora doña Rosa Estigarribia de Godoy.
Rezo para que santa María Virgen de la Victoria conceda paz a este barrio, sobre todo después de los graves acontecimientos criminales que hemos vivido últimamente.
Un saludo a la Policía de la 5.ta Comisaría de Ypacaraí, y una invitación apremiante para que, con su profesionalidad y su capacidad, actúe por la seguridad de todos los ciudadanos.
Y que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, y Espíritu Santo,
descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
Amén.
28/05/2021