Centinela de un nuevo día para África

 

Floribert Bwana Chui Bin Kositi, un joven cristiano de la República Democrática del Congo (RDC), rechazó con valentía la lógica imperante de la corrupción: empleado en la aduana de Goma, bloqueó algunos alimentos averiados y por esto fue amenazado, luego secuestrado y torturado. Al final, Floribert fue asesinado entre el 7 y el 9 de julio de 2007 y abandonado al borde de una carretera de la ciudad. Tenía 26 años.

Con su martirio, testimonió la importancia de seguir a Cristo con coherencia y con amor por Él y por los más pobres, primeras víctimas de los efectos de la corrupción.

Fue reconocido por la Iglesia como Siervo de Dios, por sus virtudes heroicas. El 25 de noviembre de 2024, el Papa autorizó al Dicasterio de las Causas de los Santos a promulgar el Decreto que reconoce el martirio de Floribert[1].

Floribert nos muestra todavía hoy que solo el testimonio personal es la semilla que podrá realizar un cambio duradero en el corazón de las contradicciones de África y del mundo.

 

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Nacimos para realizar grandes cosas

Nos adentramos en el camino de la joven vida de Floribert Bwana Chui, quien maduró, a costa de la vida misma, la elección de rechazar la corrupción rampante en su país y en particular en Goma[2] –la ciudad del norte de Kivu en la RDC, donde vivía y trabajaba– antes que arriesgar la vida de las poblaciones[3].

Los testimonios de la familia y de sus amigos, con respecto a Floribert, describen la figura de un joven lleno de iniciativas y de esperanza para el futuro de su país.

Nació el 13 de junio de 1981 de una familia que puede describirse como acomodada, en el contexto de Goma: su padre, funcionario de un banco, y su madre, empleada de la policía. Floribert, desde la edad de 4 años, vivió con su padre, porque sus progenitores se habían separado. Su padre se hizo cargo de él y lo animó, después de su educación primaria, inscribiéndolo en las mejores escuelas superiores privadas y en la Universidad de Goma, en la Facultad de Derecho.

Floribert era inteligente, curioso, reflexivo y, al mismo tiempo, extrovertido y buen comunicador. Establecía amistades con facilidad y se preocupaba por los que no tuvieron las mismas oportunidades de vida y de estudios.

Durante los estudios, decidió comprometerse en un barrio pobre y degradado de Goma, Birere, y con Dominique Ruzingue, un amigo, fundó una asociación que, en poco tiempo, tuvo un centenar de afiliados. Organizaron grupos de estudio y dieron clases gratuitas a los jóvenes. Para borrar la estigmatización del barrio (los jóvenes del barrio hablaban solo el swahili, la lengua local, porque no iban a la escuela), montaron una obra de teatro en francés, para demostrar que era posible redimir a una generación marginada, víctima de los prejuicios.

Dominique, quien lo acompañaba en esta aventura, dirá que Floribert tenía grandes ambiciones: estaba convencido de que habían nacido para realizar grandes cosas, para transformar la realidad y dejar huella en la historia[4].

Sus ambiciones se basaban en su fe; decía a uno de los hermanos, Trésor, que el cristianismo era portador de salvación, ya que es Dios quien cambia al mundo.

Floribert participaba en la vida de la parroquia y en sus celebraciones litúrgicas. Miembro activo del coro, le gustaba el canto.

La Conferencia Episcopal de la RDC y la Iglesia diocesana llamaron al compromiso civil y Floribert se sintió en sintonía con tales orientaciones.

Es un camino de pasión civil y religiosa, en efecto, que llevará a Floribert a aceptar la posibilidad de la muerte, rechazando la corrupción.

El contexto de la ciudad fronteriza de Goma y de Kivu estaba muy polarizado desde un punto de vista étnico, pero Floribert vivía el sueño de la paz entre las etnias autóctonas y ruandesas, y deseaba la justicia en toda la nación.

Este aspecto de la vida de Floribert es significativo de su personalidad y de sus convicciones. Mientras estaba en la universidad, Floribert se unió a una asociación de estudiantes cercana a las plataformas sociales ruandesas (presentes en la RDC) que promovían estos ideales; él siempre estuvo en primera fila en el empeño por su realización. Lo hizo con sinceridad, sin preocuparse por los juicios de los autóctonos, quienes lo consideraban como un “traidor” vinculado a los ruandeses. Algunos lo juzgaban ingenuo ante las manipulaciones étnicas y políticas de estos últimos. Pero no le importaba; según Floribert, era necesario cambiar la historia, comprometiéndose.

Le gustaba mucho leer libros de historia y de economía. Los libros eran el único tesoro que lo acompañaba en sus desplazamientos y que dejará después de su muerte, habiendo gastado generosamente para los demás lo que había ganado.

Viajó mucho a las regiones de Kivu y Ruanda. Proyectó un simposio de universitarios en la RDC, para transmitir sus ideales de paz, pero el contexto de la guerra creará muchas dificultades para su organización. Al final, el simposio, ya reestructurado respecto al proyecto inicial, no se celebró. Esto fue a causa de la erupción del volcán que se yergue cerca de Goma, el Nyiragongo. El flujo de la lava provocó la división en dos de la ciudad de Goma, que se transformó en un lugar de sufrimiento y de más grande miseria.

A pesar del hecho de que también su casa fue destruida por la erupción, Floribert se movilizó para la distribución de las ayudas, junto con la Comunidad de Sant’Egidio, la cual, como respuesta a esta necesidad, se había integrado y comprometido más en la ciudad.

Compartiendo el sufrimiento del pueblo, él profundizó en el servicio a los más pobres. Siempre con la Comunidad de Sant’Egidio, vivió más plenamente la dimensión de la oración y de la escucha de la palabra de Dios, que consideraba como fuente de consuelo y de alegría, de responsabilidad y de compromiso.

Y Floribert se comprometió de veras profundamente con los jóvenes; sus amigos recuerdan el trabajo que realizaba con los niños de la calle, con una presencia constante, porque estaba convencido de que necesitaban sobre todo amor; su atención a la posibilidad de su reinserción en la vida social, luego, era notable.

El proceso de interiorización de la fe de Floribert fue al mismo paso que su compromiso y la proximidad con los más pobres.

Como la mayoría de los jóvenes, Floribert soñaba también con formar una familia: tenía una novia, Gisèle, quien dará testimonio sobre el entusiasmo de sus sueños y de su espíritu profundamente religioso.

Después de completar de modo brillante sus estudios de Derecho, Floribert se comprometió también en la política, en el contexto de la reconstrucción nacional; se puso en juego por un país donde pueda reinar la justicia. Lo hizo como un hombre libre “que no corre por nadie”, como afirmó en una entrevista concedida en aquel período[5].

Las elecciones presidenciales y provinciales del 2006, por el contrario, marcaron un fracaso para el grupo político en el que había militado y provocaron una ulterior radicalización de la polarización y un espíritu de revancha étnica en Kivu.

¡Imaginemos qué gran decepción representó todo esto para Floribert, quien había visto en la política una prolongación de su compromiso en favor de los derechos humanos y de los pobres!

Antonietta Cipollini

(Continúa)

 

 

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[1] Cf. https://www.causesanti.va/it/archivio-del-dicastero-cause-santi/promulgazione-decreti/decreti-pubblicati-nel-2024.html

[2] El Índice de Percepción de Corrupción (IPC) del organismo internacional Transparencia Internacional clasifica a los países según el nivel de corrupción percibida en el sector público. La puntuación final se determina en una escala que va de 0 (alto nivel de corrupción percibida) a 100 (bajo nivel de corrupción percibida). La República Democrática del Congo obtuvo una puntuación de 20 sobre 100 en el 2023, situándose en uno de los países más corruptos del mundo, cf. transparency.org/en/news/cpi-2023-sub-saharan-africa-corruption-impunity-civic-space-access-justice

[3] Para el conocimiento más profundizado de la vida, del martirio de Floribert, y del contexto histórico de la RDC, véase: F. De Palma, Il prezzo di due mani pulite. Un giovane contro la corruzione nella Repubblica Democratica del Congo, Paoline, Milano 2015, 2ª edizione.

[4] Cf. F. De Palma, Il prezzo di due mani pulite..., 67.

[5] Cf. F. De Palma, Il prezzo di due mani pulite..., 102.

 

(Traducido del italiano por Luigi Moretti)

 

 

21/02/2025