Enzo Bianchi, al concluir un artículo suyo aparecido en “La Repubblica” online el 23 de mayo de 2022, escribe: “Hoy la ‘Iglesia arde’, el ‘rebaño está despistado’ y, sobre todo, está más dividido que nunca, pero, si no nos interrogamos sobre la fe, la agonía en Europa continuará”.

“¡No hay nada nuevo bajo el sol”!, encontramos escrito en el libro de Qohelet (1, 9)...La crisi della nostra fede 20029701 123RF

En efecto, Claudio Magris, en uno de sus artículos en el “Corriere della Sera”, el 2 de julio de 2000, escribía que

“en estos últimos veinte años, la secularización y la descristianización cundieron como mancha de aceite, de ninguna manera contrarrestadas por las espectaculares y oceánicas manifestaciones de devoción, de las que el Papa es tan sabio director. Hay una estridente contradicción. Por una parte, la Iglesia muestra un nuevo vigor; moviliza a las plazas y las masas; está en el centro de la atención y del homenaje de los grandes medios de comunicación y de la intelectualidad laicista que, hasta pocos años atrás, miraba a ella con escarnio engreído, con la suficiencia esnob reservada a los parientes pobres y considerados culturalmente retrógrados. Por otra parte, el catolicismo influye cada vez menos, concreta y formalmente, en la vida y la sociedad. Desde el matrimonio por la iglesia hasta la observancia de mandamientos y preceptos, la práctica religiosa desaparece cada vez más de la realidad social, sin que ni siquiera nos demos cuenta de esto; por ejemplo, también muchos fieles toman la comunión así para hacerla no más, según el estado de ánimo del momento, sin preparación y sin haber ponderado la necesidad o menos de confesarse”.

Y, más adelante, concluía que hoy existe el grave peligro “de que el karaoke universalmente imperante englobe y pulverice al catolicismo en un espectacularismo que llena, de vez en cuando, las plazas, pero deja las iglesias cada día más vacías”.

Se me ocurrió este artículo de Claudio Magris, al leer, en la revista “30Giorni” (n.° 5/2009, págs. 40-44), un interesante análisis sobre algunos aspectos del Annuarium Statisticum Ecclesiae, que tiene este título significativo: El eclipse del sacerdocio.

En el artículo en cuestión, se examina también el ponderoso estudio de la “Fundación Giovanni Agnelli”, La parábola del clero.

La conclusión, que sacó el artículo de “30Giorni”, es queHome La crisi della nostra fede shutterstock 495257584

“la constatación de un clero cada vez más envejecido, más allá de fáciles y, tal vez, gratuitas consideraciones acerca de la vitalidad o menos de una comunidad social, tiene evidentes recaídas en el futuro que, a no ser que acontezcan milagros, verá una cada vez más trágica hemorragia de sacerdotes en Italia”.

Para consolarnos, allá donde una fe vacilante está reemplazada por consideraciones humanas, generalmente nos dirigimos a tierras lejanas, esperando (sería mejor decir engañándonos) que, si en nuestros países estamos en otoño avanzado o en invierno frío, en otras tierras exista el irrumpir de la primavera o el resplandecer del sol de un caliente verano.

Es oportuno mirar, con coraje, a la realidad de frente, con aquel sano realismo que es propio de la visión católica de la historia, rehuyendo igualmente de posiciones optimistas y pesimistas, que más tienen que ver con datos caracterológicos o humorales, que con un análisis global del misterio de la Iglesia, donde la dimensión humana y la divina deben permanecer siempre unidas, sin separarlas, pero también sin confundirlas.

Una cosa es cierta: hoy la Iglesia atraviesa un tiempo de crisis generalizada, en todos los continentes, entre todas las clases sociales, sin diferencia de generaciones.

Dos corazones enamorados

Es más que aceptable lo que escribe “La Civiltà Cattólica”, en el número del 4 de julio de 2009 (págs. 68-69):

“La crisis religiosa del mundo cristiano de hoy no consiste en el hecho de que, en nuestro mundo, avancen la secularización y la laicidad sin Dios y contra Dios, y que, en fuerza del espíritu laico ateo y radical, el cristianismo esté rechazado y atacado, y la moral cristiana esté rehusada y escarnecida como negadora de la libertad humana y fuente de infelicidad. Este hecho, aunque de una forma y una amplitud desconocidas en el pasado, ha existido siempre. Ciertamente ha perjudicado al cristianismo, pero no lo ha puesto en crisis. La crisi della nostra fede shutterstock 479029696En realidad, el rechazo, el escarnio, la persecución han acompañado toda la historia cristiana como una sombra, a veces trágica, como aconteció en particular en algunos siglos, por ejemplo, en el siglo XX. La crisis actual del cristianismo es una crisis de fe: es decir, concierne al hecho de que muchos creyentes niegan los misterios esenciales de la fe cristiana, o sea, la Trinidad, la Encarnación, el carácter sacrificial y redentor de la muerte de Jesús en la cruz, su resurrección, su presencia real en la Eucaristía, la vida eterna después de la muerte”.

Sin el fundamento de estos misterios esenciales de la fe, creídos y vividos, la Iglesia se reduce a folclore, a manifestaciones de plaza, a las ONG, a organizaciones filantrópicas, que nada tienen que ver con la misión encomendada por el Señor a sus discípulos.

A más de veinte años de distancia, el artículo de Claudio Magris se revela profético. No debemos mirar a las plazas, sino a la simplicidad y a la pobreza de quienes se encuentran en la penumbra de las iglesias, cada vez más vacías y abandonadas, en la presencia de Aquel que es el Señor de la vida y de la muerte, y que dirige a cada uno de nosotros la pregunta fundamental sobre el sentido de nuestra vida.

Solo a partir de este diálogo de amor de dos corazones enamorados, y no del clamor de la plaza, la Esposa del Señor podrá afrontar la indiferencia del mundo o aquella falta de consideración que es un verdadero martirio, y cumplir la misión de salvación que el Señor Jesús sigue encomendándole.

Emilio Grasso

 

(Traducido del italiano por Luigi Moretti)

 

 

08/06/2022