Hace unos días, el ex intendente de la ciudad de San Lorenzo (Paraguay), Albino Ferrer, falleció. Algunos años atrás, por una afirmación del entonces intendente de esta ciudad, Emilio escribió el artículo que presentamos, en el que se subraya con fuerza que “Dios no es un tapagujeros. Dios ha de ser reconocido en medio de nuestra vida, y no solo en los límites de nuestras posibilidades. Dios quiere ser reconocido en la vida y no solo en la muerte, en la salud y la fuerza y no solo en el sufrimiento, en la acción y no solo en el pecado”.

 

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Al amanecer del 9 de abril de 1945, hace casi 80 años, en el Campo de concentración de Flossenbürg, fue ejecutado a través de la horca Dietrich Bonhoeffer, un pastor luterano alemán y uno de los más destacados e influyentes teólogos de la primera mitad del siglo pasado.

¿Por qué hablo de Bonhoeffer? Pensé en él por una casual coincidencia con un acontecimiento que ocurrió en la ciudad de San Lorenzo (Paraguay).

Leemos, en el periódico “ABC Color” del 5 de abril de 2015, en las páginas 46-47:

“Un voraz incendio arrasó ayer con unas 200 casillas precarias del Mercado Municipal de San Lorenzo, además de varios centros comerciales. Los peritos atribuyeron el siniestro a la explosión de un transformador causada por conexiones clandestinas y, una vez más, se hizo sentir la escasez de bocas hidrantes en la zona para combatir el fuego. Las pérdidas económicas se estiman en un millón de dólares”.

No soy un fiscal ni tampoco un perito industrial o un comisario de policía.

No soy yo el que debe explicar las causas de este incendio, que podía estallar en un momento de máxima actividad del mercado, y repetir, en escala menor, la tragedia del incendio del supermercado Ycuá Bolaños, ocurrida el primero de agosto de 2004, que hubo como resultado la muerte de 396 personas.

El uso de la razón, la racionalidad que pertenece a la inteligencia del hombre, investiga siempre sobre todas las direcciones, para buscar la causa o las causas que han producido un determinado efecto.

Sin el uso de la racionalidad, el hombre lo reduce todo a un misterio oculto que tal debe quedar, y se somete a fuerzas que pertenecen a un mundo irracional e imposible de dominar; mundo que te reduce a un títere en las manos de un titerero, que hace de ti todo lo que quiera, cuando, como y donde lo quiera.

Si somos solo títeres sin inteligencia, voluntad, libertad y responsabilidad en las manos de un titerero cualquiera, entonces podemos quedarnos tranquilos, con los brazos cruzados, ya que cualquier cosa que hagamos no servirá para nada.

Interrogado por la prensa, Rubén Valdez, capitán de los Bomberos Voluntarios, afirmó, por su parte, que “la precariedad dentro de los mercados en la capital y periferia hace que los incendios se multipliquen. … El riesgo mayor fue la falta de agua para controlar el fuego y la precariedad de la estructura que impidió hacer nuestra tarea”.

Por su parte, al contrario, el intendente de San Lorenzo, Albino Ferrer “atribuyó el incendio a una disposición de Dios. … ‘Se adelantó el incendio, qué vamos a hacer. Es una disposición de Dios, qué vamos a hacer. Tenemos que acatar…’”.

En estos días, estaba releyendo uno de los textos fundamentales de Bonhoeffer: Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio.

Escuchando las palabras del señor intendente de San Lorenzo, pensé inmediatamente en lo que escribía Bonhoeffer, desde la cárcel y en vísperas de su ahorcamiento, y desde luego no en vísperas de las elecciones municipales en las que, como se escribe, el señor intendente está buscando la reelección.

El 29 de mayo de 1944, Dietrich Bonhoeffer escribía en una carta suya:

“Hemos de hallar a Dios en las cosas que conocemos, y no en las que ignoramos. Dios quiere ser comprendido por nosotros en las cuestiones resueltas, y no en las que aún están por resolver. Esto es válido para la relación entre Dios y el conocimiento científico. … Dios no es un tapagujeros. Dios ha de ser reconocido en medio de nuestra vida, y no solo en los límites de nuestras posibilidades. Dios quiere ser reconocido en la vida y no solo en la muerte, en la salud y la fuerza y no solo en el sufrimiento, en la acción y no solo en el pecado. La razón de ello se halla en la revelación de Dios en Jesucristo. Él es el centro de nuestra vida, y no ha venido en modo alguno para resolvernos cuestiones sin solución”.

No entro en cuestiones políticas o administrativas, que no me pertenecen.

Recuerdo solo que no debemos imputar a Dios nuestras incapacidades, errores, faltas de competencias, siniestros, que una buena y honesta administración podría y debería evitar.

Dios no es culpable de nuestros errores. Dios es inocente.

Me parece que tenga razón, más allá de cualquier enfrentamiento o interés partidario, la diputada Rocío Casco cuando afirma: “Dios no fue electo como intendente, Albino sí y es él quien debe responder ante su comunidad”[1].

Dejemos en paz a Dios, y todos –este discurso vale para cada uno de nosotros, sin distinción de color político–, comprometámonos a hacer nuestro trabajo asumiendo nuestras responsabilidades.

Emilio Grasso

 

 

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[1] “Dios no fue electo como intendente, Albino sí” (9 de abril de 2015), en www.abc.com.py/nacionales/dios-no-fue-electo-intendente-1354811.html

 

(Traducido del italiano por Luigi Moretti)

 

 

31/08/2024